
Imposibles, intangibles,
impalpables, únicos. Los sueños son parte de nuestra cotidianeidad. Cuando dormimos
y cuando soñamos despiertos.
Fantasías, quimeras,
ilusiones, utopías, deseos, aspiraciones. Visualización de imágenes imaginadas.
¿O qué?
Para algunos los
sueños son una expresión de la actividad mental durante el reposo del cuerpo. En
cambio, otros opinan que constituyen un escenario para ensayar posibilidades de
expresión externas, una ventana que da oportunidad al autoconocimiento. ¿Serán
recuerdos, serán meros mensajes simbólicos del inconsciente, o una puerta escondida
en los más íntimos y secretos espacios del alma?
Los sueños nos
han acompañado desde mucho antes de tener uso de razón. Hemos soñado con fenómenos
sobrenaturales y batallas alegóricas donde jugábamos nuestros mejores papeles
de héroes y heroínas. Dragones, príncipes azules y desteñidos, una casa de chocolate
gigante al estilo Hansel y Gretel y esa hamaca que al mecerse nos dejaba caer
de espaldas. También, por qué no, con propuestas indecorosas que sólo en sueños
aceptamos. Soñamos sin miedo, en sueños todo
lo podemos.
Hemos soñado
melodías, tsunamis, colores, temblores y abstractismos difíciles de explicar…
Que volamos sin alas, que queremos gritar y no podemos, que siempre hay un roto
para un descosido, que matamos y nos matan, que morimos y resucitamos y nos
volvemos a morir.
En sueños
tuvimos poderes extraordinarios, fuimos magos con sólo chascar los dedos,
atravesamos paredes, conducimos naves espaciales, huimos de los malos en
corridas que siempre nos dejan al borde de los precipicios, y si nos empujan nunca
terminamos de caer. Todo esto y mil cosas más mientras dormimos.
También soñamos
despiertos. Y encontramos en los deseos conscientes el motor que da libertad a
nuestro vuelo. Objetivos, metas, esperanza… Se vale soñar con aquello que
parece impracticable. Tal vez las semillas que mañana den sus frutos fueron
sembradas allí. El límite está en la mente.
A veces me
pregunto cuales habrán sido los sueños de Frida, de John, de Fito, de Elvis y de Sizu. De Gustavo, de Charly, de Sheryl, del
Indio, de Mick y de Rodrigo. Cuáles habrán sido los de Diego, los de Alex, los de
Salvador, los de Vera y los de Bob. ¿Los frutos de su arte habrán partido de un
sueño que soñaron despiertos o dormidos? Qué más da, si lograron ser jinetes de
su propio destino.
Si te lo
permites, los sueños que tienes mientras duermes podrán ayudarte a despertar.
En tanto que los
que tienes mientras estás despierto, te esperan para ser vividos en la puerta
de tu Ciudad Rincón…